En este complejo terreno, parecía no haber lugar para una promoción inmobiliaria exitosa. La restrictiva normativa, la pendiente pronunciada y la orientación a norte suponían un reto al proyecto de arquitectura. Además, la responsabilidad de generar un nuevo frente del pueblo de montaña, cuya trama quedaba bruscamente interrumpida, dejando el casco antiguo con sensación de inacabado.

La estrategia pasa por proyectar 23 viviendas unifamiliares, con una distribución pasante que les permite disfrutar de las vistas al valle, sin perder la orientación a sur, imprescindible en un proyecto de alta montaña.  

Las viviendas se ubican de manera irregular y estratégica para conseguir privacidad, y dinamismo en el conjunto global. Por último, se aprovecha la pendiente del terreno para garantizar las vistas abiertas de todas las casas, maximizando con todos estos gestos su valor comercial y arquitectónico.